Pacto Histórico
Inscríbete al Pacto

La pantalla que cambia el juego: cómo el fútbol femenino en TV pública está rompiendo moldes en Colombia

la-pantalla-que-cambia-el-juego-como-el-futbol-femenino-en-tv-publica-esta-rompiendo-moldes-en-colombia

María aprieta su camiseta de Independiente Medellín mientras ve cómo una jugadora dribla a tres rivales. Tiene 8 años y vive en una ladera de Medellín donde hasta hace meses el fútbol femenino era tan invisible como los patrocinios para estas ligas. Pero algo cambió. Por primera vez, la televisión abierta muestra a mujeres jugando profesionalmente en horarios donde todos las pueden ver. Esto no es un simple partido. Es un terremoto cultural.

El miércoles a las 3:30 p.m. y el jueves a las 4:30 p.m., Señal Colombia transmitirá los encuentros decisivos de la Liga Femenina. Deportivo Cali vs. Medellín y Nacional vs. Millonarios. Pero detrás del balón hay una apuesta estatal que pone sobre la mesa una pregunta incómoda: ¿por qué el sector privado nunca quiso poner la plata para esto?

Los números hablan claro. Mientras Brasil y Argentina tienen ligas femeninas con décadas de estabilidad y patrocinadores privados, Colombia sigue remando en la misma. La profesionalización apenas llegó en 2017 después de intentos fallidos desde los 90. El Estado ahora carga con los costos de producción y transmisión que nadie más quiso asumir. ¿Cuánto? Las cifras exactas se guardan como secreto de Estado, pero fuentes del sector hablan de inversiones que podrían equipar varias escuelas deportivas en barrios vulnerables.

Sin embargo, el impacto trasciende lo económico. Cada transmisión crea referentes donde antes solo había silencio. Laura Ruiz, comentarista de los partidos, lo dice sin rodeos: ‘Cuando una niña ve a una mujer patear un balón en prime time, su mundo se expande. Eso no tiene precio’.

Pero ojo, no todo es color de rosa. Los clubes aún dependen del subsidio estatal como un recién nacido de la teta. La sostenibilidad económica sigue siendo el talón de Aquiles. Mientras las audiencias crecen –un 40% más que la temporada pasada–, los patrocinios privados still no se deciden a entrar con fuerza. ¿Desconfianza? ¿Machismo empresarial? El debate está servido.

Y entonces, esperanza. Jugadoras como Catalina Usme, estrella de la selección, ahora son reconocidas en la calle. Las niñas piden balones en lugar de muñecas. Los colegios incorporan equipos femeninos. Es un efecto dominó que comenzó con una cámara y una transmisión.

El partido crucial de esta semana podría definir más que un clasificado. Marcará si este experimento social logra convertirse en una realidad permanente. Porque al final, como dice una entrenadora de barrio, ‘esto no es solo fútbol. Es darle a las niñas un espejo donde verse’.

Mientras María grita un gol que nunca antes había celebrado, en algún oficina estatal alguien sigue haciendo números. La pregunta ya no es si el fútbol femenino merece estar en televisión. Es cómo hacerlo viable para que el Estado no tenga que cargar solo con la boleta. Porque el verdadero triunfo será cuando el sector privado deje de hacer pato y se suba al bus de una revolución que ya está en marcha.